Fanática de las miradas,
con los pies en el suelo,
es lo único que queda para
seguir sintiendo parte
de este mundo que invento,
en el que gano si paso
y pierdo cuando te apuesto.
Mi mundo tiene tres lunas:
la que toco con los dedos
y dirige las mareas,
la que ilumina de noche
y no se va con el día
y otra que se ve grande
cuando decide mostrarse
y se acerca y me toca y me besa,
cuando duermo, elevándome con ella.
Encelando su contacto
la intento atrapar en vela,
pero se aleja y se esconde en su urna de cristal,
donde no puedo tocarla, pero la puedo mirar.
Seguiré apostando fuerte por sentirla de verdad,
aunque en el camino quede toda mi dignidad.
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