Confieso escondida
la locura prohibida.
Anarquía de placeres,
que buscan mis manos,
revolviendo entre
cajones desordenados.
Encuentro calcetines desparejados
y esas bragas viejas
que aun tienen su momento.
Sujetadores desgastados
que no sujetan.
Pañuelos de tela, bordados y heredados,
que secan lágrimas secas de no haberlas llorado.
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