Hablame, hablame mucho.
Tu macedonia de acentos sin tildes
me llenan los oídos de cosquillas.
Oídos envidiados por los ojos
que no hacen más que cerrarse para ver los tuyos.
Porque si.
Porque si los cierro fuerte
soy capaz de tenerte,
de sentirte y de vivirte.
Y si escucho tu voz mientras los cierro,
soy capaz de tocarte y hacer círculos con mis dedos
alrededor de tu ombligo hasta que te duermas.
Soy capaz de mirarte en movimiento
y de cortarte el aliento si me acerco demasiado a tu boca
mientras hablas y te digo muy bajito "hablame, hablame mucho".
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