Resbala la lluvia en su cara, pero no se moja.
Clava la mirada pero no ve nada.
Camina y no avanza.
Está siempre en el mismo sitio aún cambiando de lugar.
Impasible, inmóvil y ciega, ya no busca.
Y no busca, porque sabe que no va a encontrar nada.
Vacía de valor, así se defiende.
Al lado de la muralla, ya pasó la barbacana y espera que caiga el puente para entrar al patio de armas.
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