Cuando los besos me saben a Kikos grandes y picantes con un quinto fresco y a morro.
El placer lo siento y lo veo de frente y a cada lado de mi rodeándome.
Y me entran escalofríos, lo confieso, de emoción.
La dulzura se convierte en abrazos mullidos por la ropa de invierno.
Las palabras al oído son humor de chicas guapas que reconocen el significado de cada uno de mis gestos, que preguntan, indagan, me buscan y me sacan. Y me desnudan en la cama de marmol frío que desprende calor.
Y tiemblo, lo sabeis.
Nos vamos quitando la ropa hasta convertir el lugar en una playa nudista con socorrista en la barra.
Me penetran las miradas y las manos que me aprietan.
Y se llega al orgasmo de carcajadas que duelen en la tripa y me corren el rimmel.
Y nos fumamos un cigarro aunque no deba.
Este viernes...follamos, y si nos da tiempo cenamos.
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